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El lado oculto del emprendimiento

Pensar que un negocio va a generar de la noche a la mañana dinero suficiente para ofrecer una holgura económica es, por decir lo menos, ingenuo. El tratar de exprimir los ingresos del mismo para mantener un estilo de vida es una receta infalible para el fracaso.

Pensar que un negocio va a generar de la noche a la mañana dinero suficiente para ofrecer una holgura económica es, por decir lo menos, ingenuo. El tratar de exprimir los ingresos del mismo para mantener un estilo de vida es una receta infalible para el fracaso.

Todos los días escuchamos historias de éxito sobre personas que un día se hartaron de trabajar para alguien más y decidieron aventurarse con un negocio propio, nos agrada leerlas, nos hace sentir con nosotros mismos y nos hace avivar la secreta llama de la libertad que un negocio propio nos puede dar. No más lunes por la mañana, no más aguantar a un jefe intolerante, no más cierres de mes eternos. Todo esto si bien puede sonar muy bonito dista mucho de ser cierto, hay también miles de historias que no se dicen en voz alta, de personas que arriesgaron sus ahorros en una aventura para la cual tenían más ganas que preparación y acabaron después de unos años los menos y unos meses los más, buscando un empleo de nueva cuenta.

En México el 75% de las nuevas empresas fracasan antes de dos años, si, 3 de cada cuatro de las empresas que abran sus puertas hoy, las cerrarán antes de dos años. La principal razón por la cual fracasan estos nuevos negocios es una inadecuada gestión financiera, digamos que, las expectativas de crecimiento o sobre el potencial de ventas suelen ser magnificadas por el entusiasmo y éste, lamentablemente nos ciega ante muchas de las verdades que de pronto llegan a golpearnos a la cara.

Hace unos días, una alumna de un diplomado de ventas me comentaba sobre su sueño de tener un negocio propio, la idea de ser independiente puede resultar sumamente seductora, pero en el caso de ella solo sabía que quiere abrir un negocio, no teniendo en claro cuál. Si bien es bueno que se tome el tiempo para decidir que es lo que quiere hacer, sus propios gastos, que hoy son cubiertos por el sueldo que su empleo genera, ponen una presión muy fuerte sobre un negocio que, no para empezar no sabemos cual es, ya no hablemos de que haya abierto sus puertas.

Pensar que un negocio va a generar de la noche a la mañana dinero suficiente para ofrecer una holgura económica es, por decir lo menos, ingenuo. El tratar de exprimir los ingresos del mismo para mantener un estilo de vida es una receta infalible para el fracaso.

Ahora bien, hay que considerar una verdad incómoda, el emprendimiento no es para todos, no quiero decir que no tengan el derecho, sólo que hay quienes no están hechos para las penurias que de inicio un negocio propio representa. Hay mucha gente que puede hacer fortuna trabajando para alguien más, hay hordas de profesionistas exitosos que dan fe de ello. Aquellos que deciden arriesgarse para ganar deben saber que, el dinero que ganan trabajando para si mismos vale, en términos reales, lo mismo que vale el que se gana trabajando para otros. Eso sí, el costo de obtenerlo puede ser infinitamente mayor.

No hay que perder de vista el objetivo de contar con un negocio propio, si, el contar con cierta libertad de ir y venir puede ser uno de ellos, pero son pocos los nuevos negocios que pueden prosperar ante la ausencia de sus dueños. Dice un antiguo dicho que “todo el mundo se quiere ir al cielo, pero nadie se quiere morir” esto es, muchos hablan de emprendimiento pero no están dispuestos a pagar el precio que esto representa, muchas veces en forma de fines de semana sacrificados, tener que resolver problemas que los empleados no pueden o no quieren abordar, largas jornadas lidiando con proveedores, inventarios, contabilidades, clientes y para rematar, es usualmente el emprendedor el último lugar cuando se trata de pagar la nómina.

De todas estas cosas casi nadie habla, habrá quien me tache de pesimista o de tratar de desanimar a la gente, pero puedo decir sin temor a equivocarme que a los que realmente tienen el espíritu emprendedor, ni siquiera el más mordaz y amargo de los artículos los podrá detener. A un verdadero emprendedor no hay que empujarlo, hay que ayudarlo a mantenerse en el camino correcto sin que se desboque, porque más temprano que tarde, a pesar de lo que se le ponga enfrente conseguirá a fuerza de tesón aquello que se proponga.

El verdadero emprendedor está dispuesto a arriesgarlo todo para convertir un sueño en un plan y un plan en una realidad. ¿lo estás tú?

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